Las semillas, qué duda cabe, son muy nutritivas y encima están ricas. Pero como todo no podía ser bueno, en contrapartida son muy calóricas, qué le vamos a hacer... Pero enriquecen el pan.
Hoy he preparado un pan de varias harinas y con un abundante puñado de pipas de girasol.
He partido de mi masa madre recién alimentada con centeno semi, y a las cuatro horitas de darle de comer estaba así:
Salvajota, ¿no? |
- 250 gr. de harina de fuerza
- 110 gramos de harina de trigo semiintegral
- 50 gr. harina de centeno blanca
- 6 gr. de sal
- 10 gr. de azúcar integral de caña
- 1 gr. de levadura seca
- 130 gramos de masa madre
- 310 gr. de agua templada
- 75 gr. de semillas de girasol
Unos minutillos mezclando en la amasadora y como ha quedado muy muy blanda y enganchosa la he pasado a un recipiente hermético aceitado, donde le he hecho unos pliegues, y tras una hora a temperatura ambiente he pasado al frigorífico, a reposar durante, al menos, diez u once horas.
Se aprecia en la masa las pintitas del salvado de trigo y las semillas de girasol. |
Después de una hora de levado |
Como la masa es muy blanda, al volcarla sobre el papel vegetal pierde rápidamente la forma abombada y queda como una torta plana, pero en cinco minutos o así se recupera hinchándose a toda prisa, mientras la voy rociando con un spray de agua a intervalos regulares.
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El milagro de la subida |
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Subiendo, subiendo |
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Reposando con el horno apagado |
Efectivamente, la corteza es muy crujiente y la miga tierna y esponjosa
¡Madre mía, qué hambre da verlo!
ResponderEliminarJejeje, a que sí? Gracias por dejar tu comentario. Un saludo.
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