26 de febrero de 2015

UN TRÍO DE PISTOLAS... DE TRIGO



Hoy me he lanzado a hacer pistolas, a ver qué tal el resultado, porque es la primera vez que me reto a duelo con este tipo de pan.
He comenzado por preparar el prefermento, con una hidratación del 60%
Una mezclita de 300 gramos de harina y 180 de agua, aderezados con 5 g. de sal y menos de un gramo de levadura seca (difícil de precisar con exactitud porque mi peso avanza de gramo en gramo), a dormir en un bol ligeramente aceitado, toda la noche al fresquito de la nevera y herméticamente tapado para que no coja olores ni sabores ajenos a nuestra voluntad.

Tras una noche de relax y frescuras, que 18 horas son muchas horas, la masa amaneció en plena forma.


Una vez atemperada ha recibido un gratificante baño en los restantes 192 g. de agua que pedía la receta; tras una corta pausa, los 300 de harina de trigo que faltaban, otra pausa y la sal (5,4 g.), otra y el resto de levadura seca (casi 2 gramitos más)...


La masa vieja rehidratándose en el líquido elemento.

 
Y hela aquí dispuesta a dejarse vapulear, acariciar, sobar, amasar y lo que se nos ocurra hacerle. Ella lo soporta pasiva y pacientemente.

 
Compuébese la diferencia después del sobe, que se ha quedado más suave que un guante, y de ahí, tapadita y recogida en su recipiente aceitado y cubierta con un gorrito, que no es de ducha, sino unos que ya venden a tal fin para cubrir alimentos, cerquita del radiador, a esperar un par de horas, salpicadas de suaves plegados .




Tres horas más tarde la despertamos para desgasificarla ligeramente, porcionarla y darle la forma definitiva: tres pequeñas barras que vuelven a reposar durante una hora y media más.

La masa está tan delicada y turgente que amenaza con abrirse antes de esperar al greñado, pero, llegado el momento, el bisturí las recorre con un golpe certero y antes de que se repongan del susto ya están metidas en el horno.


La temperatura de entrada son 240º y vapor a tope, durante diez minutos, pero teniendo la precaución de apagar la resistencia superior para evitar tostados precoces.
Pasamos luego a 210º los siguientes diez minutos, un cuarto de hora posteriormente a la temperatura moderada de 170º, pra acabar con un reposo de otros diez minutos dentro del horno apagado.

 Aparentemente el resultado es bueno, pero la prueba definitiva la tendremos cuando se hayan enfriado...

Así, cortadas en cachitos se ve que la corteza tiene cuerpo y la miga es escasa. Cortadas por la mitad han salido unas tostadas estupendas.

¿Os apetecen?