10 de marzo de 2015

A LA SABROSA CHAPATA...



De todos los panes que llevo hechos hasta ahora, creo que la chapata es la que más me gusta, con su escasa miga y sus grandes alveolos.
Incluso me gusta ese momento de tensión en el que tienes que levantarla en vilo y pasarla desde la superficie de trabajo al papel vegetal sobre el que irá al horno, sin que se vaya al suelo en el traslado, de tan blandita e hidratada que está.

Hasta ahora las había hecho con agua helada y retardadas en la nevera durante un montón de horas y prácticamente sin amasado. Hoy voy a probar una nueva manera de hacerlas y que Dios reparta suertes.

Comienzo por una biga formada con
  • 300 gr. de harina trigo de fuerza
  • 180 de agua a temperatura ambiente
  • 1 gramo de levadura seca  
Un poquito de amasado, muy fácil ya que la hidratación es solo al 60% y no se pega nada y a descansar hasta mañana en el frigorífico.

Parece mentira que esta masa amorfa se convierta en las sabrosas chapatas que espero.
Transcurridas unas doce horas, empiezo a formar la masa definitiva de la siguiente manera:


  • 175 gr. de harina de trigo. Yo le he puesto harina blanca, ecológica.
  • 25 gr. de centeno (para darle más sabor y matar el color tan blanco).
  • 195 de agua.
  • 10 gr. de sal.
  • 2 gr. de levadura seca.
El procedimiento: Mezcar las harinas con el agua (120gr) y reposar unos minutillos, añadir la biga y la sal y dejar un nuevo reposo de diez minutos.
Después el resto del agua, hasta el total, poco a poco, con intervalos de amasados en vel. espiga.
Al acabar la masa es muy muy hidratada y hay que pasarla a un recipiente bien embadurnado de aceite.


Al cabo de una media hora un pliegue y al frigorífico (circunstancias mandan)

Ocho horas después sale del frigo, la dejo atemperarse y le doy otro pliegue. Pasada una hora enharino profusamente la encimera y la vuelco.
Con la rasqueta y con dificultad la corto en cuatro trozos, de los que hay que ir cogiendo tipo acordeón para pasar al papel de horno y ahí reposan media hora más mientras el horno se calienta hasta los 250º

Véase la poca pericia para dividir a ojímetro en cuatro porciones iguales. Le clavo la punta de los dedos para distribuir las burbujas de gas.



Inflándose como globos en el horno, sin vapor. Diez minutos a 240º, otros diez a 200º
 Al acabar la cocción, un cuarto de hora dentro del horno apagado, con la puerta entreabierta, para que acaben de perder el exceso de humedad.

Y este ha sido el resultado.

La alveolatura, estupenda.
 

Aquí esperando convertirse en bocadillo para su glorioso fin: ser deglutido sin piedad ni miramientos.




2 comentarios:

  1. Cada vez que aparezco por aquí, te encuentro más experta en este arte en el que te has metido; un arte que tiene un resultado estupendo, ya que te lo puedes comer, no como los poemas que no sirven para nada, jajaja.
    Cada vez me gustan menos los poetas, sobre todo los místicos/as... Menos mal que por aquí no entrará ninguno y tu de mística no tienes nada.
    Bueno encanto, cuando quiero venir, no me acuerdo bien del título del blog y siempre busco primero, el diario, con lo fácil que es, el horno, lo que usas claro está, jajaja.
    La chapata tiene un corte estupendo, ¡qué bien hija!.
    Te dejo un abrazo con mucho cariño.

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  2. Hola de nuevo, guapa. Te acabo de responder a tu anterior comentario y ahí te explico que ando un poco vaga en esto de hacer fotos y subir las recetas paso a paso, ya llegará el verano (no de calor, que de eso ya lo tenemos aquí) sino de vacaciones, un mesecito y medio y ¡a vivir!.
    Besitos y mi agradecimiento.

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