Muy aromatizados, diría yo.
Para concentrar todos esos sabores se me ha ocurrido poner a macerar en anís seco (20 gr) las ralladuras abundantes de naranja y limón, la canela, la nuez moscada, incluso una puntita de vainilla y una cucharada generosa de matalahúva, o sea, pimpinella anisum, toda la noche. También le añadí, ya puestos, los 80 gr. de azúcar ecológica del R. del S.
A la vez preparé una esponja con
- 100 gramos de harina de fuerza
- 60 gr. de leche
- Una pizca de levadura seca (apenas una puntita de cuchillo)
A la mañana siguiente, para elaborar la masa definitiva he puesto en el robot los siguientes ingredientes:
- 60 gr. de leche entibiada
- 1 huevo
- Todo el contenido del envase de la maceración
- 250 gr. de harina de fuerza
- 5 gr. de sal
- 4 gr. de levadura de panadero liofilizada.
- la esponja a pellizquitos.
- 50 gr. de aceite de oliva virgen extra (que he ido echando poco a poco mientras la masa se batía dentro del robot)
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Se aprecian las pintitas de la matalahúva |
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Que una vez levados (una hora y media, más o menos) se han pintado con huevo batido y decorado con unos granitos de azucar mojados en agua |
El horno calienta a 200º aproximadamente, durante diez minutos, para luego bajar la temperatura a 180º durante otros diez minutos.
Han quedado así:
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Sabrosos y tiernos. |
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A la espera de recibir una buena capa de mermelada, aunque sin nada también resultan apetitosos, os lo puedo asegurar. |